martes, 27 de mayo de 2003

Impromptu. Django Reinhardt. Una vez, estando en Maruata, conocí a un italiano, llamado Luigi, que viajaba con un traje de baño, la ropa que llevaba puesta, un cuaderno, una hamaca, y unas rastas laaaargas largas. Cada día se iba a dar la vuelta y a dibujar. Regresaba en la noche, y rechazaba el mezcal que tomábamos (en realidad, casi yo solo. Fuí con abstemios) ¿álcol? No, grazias, non tomo álcol Y sacaba un gallo. Muy sano el muchacho. Una vez se cayó en un nopal, y le tuvimos que enseñar que si se tallaba con su cabellera se le quitaban las espinas. estaba fascinado de sus poderes curativos. Había también unos compas de Colima que iban hacia Guatemala por las playas, de aventón. Tenían una guitarra y un tambor y con eso planeaban financiar su viaje. la cosa es que al Luigi también le daba por las cuerdas, y una noche se armó bien sabroso. Éstos empezaron con reggaes suaves y Manu Chao. Un cuate que iba conmigo le siguió con música par intelectuales chilangos (léase delgadillo, silvio rodríguez, y demás neotrovadores, con un poco de beatles) entretenido, pero medio agüevante. Y de pronto un personaje flaco, de lentes y rastas pelirrojas llega de las piedras Guau una guitara, ¿puedo sonarla?. -Si claro, vas -El problema es que no sé canciones. Toca una y te acompaño Y entonces el colimota empieza a tocar lágrimas de oro ( o alguna por el estilo, no recuerdo exactamente) y Luigi al principio trabajosamente, con la otra lira, lo empieza a acompañar. Dan dos o tres vueltas, y se pira. Empieza a improvisar vertiginosamente. Todos callados, excepto por el estribillo que de tanto en tanto se repite, y la primer guitarra ahora acompañándole a él. Y como por arte de magia, alguien saca unas congas o como se llamen esos tamborcitos chiquitos en los que te sientas, la banda comienza a aplaudir y hacer música con lo primero que se encuentra. Y ahí estábamos una banda de todos lados (cuatro chilangos, como otros tantos tapatíos, los tres de colima, dos italianos, una canadiense una francesa.) embarcados en la música, cadfa quien en lo suyo, los menos simplemente escuchando con una sonrisa, o riéndose de los demás. No había fumado mota esa noche, ni tomado ningún sicoactivo. Y sin embargo estaba taan puesto...Dice jack Kerouac que el jazz lleva el ritmo del corazón, de la sangre vieja que reúne a la tribu y la mete en el trance común. No se necesitan drogas para alterar la percepción. El humano es infinito.

A Luigi le gustaba Django. Escucho ahora Fine and Dandy

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