lunes, 23 de junio de 2003

IN GIRUM IMUS NOCTE ET CONSUMIMUR IGNI

El palíndromo más largo conocido, es una adivinanza en latín (Damos una vuelta en la noche y nos consume el fuego)... La respuesta, en el número siguiente. No se lo pierda...

(lo siguiente probablemente no le interese, querido lector, pero, básicamente, me vale)

Resulta que existen los puntos. Veran, alrededor de mil seiscientos sesenta, año del señor, Newton y Leibnitz desarrollaron, cada cual por su lado, el cálculo infinitesimal, basándose en la idea de que si uno está muy pero muy cerca de donde quiere estar, es como si estuviera allí, y ver que pasa cuando se mueve muy pero muy poco... un puntito más que tú. Si, por decirlo de algún modo, a una línea se le agrega un punto en un extremo, es, desde cierto punto de vista, como si no se hubiera hecho nada, pues el punto es "aquello que no tiene dimensión" y por lo tanto, no mide nada. Pero estrictamente hablando, no es la misma línea: tiene ese punto de más. Éstos dos compadres desarrollaron la teoría de que diablos pasa en esos lugares, pero no justificaron formalmente (no con la formalidad que se puso de moda más tarde) sus ideas, aunque jalaban (ahora, ¿el hecho de que una teoría jale tiene algo que ver con su veracidad? No, pero ese es otro asunto y con suerte luego lo trato).

Después, alrededor de dos siglos después, a mediados del diecinueve (de los últimos del señor, que ya empezaban los ateísmos a tomar forma), una bola de franceses mamilas deciden que las bases de la teoría del cálculo están mal, (aquí es donde entra la formalidad y los formalismos aquellos victorianos) y les da por reestructurar todo, manteniendo los resultados obtenidos. Y les sale una cosa, como era de esperarse, pedante, confusa, revuelta y pa acabar pronto jodida. Hay que aclarar que es ésta versión del cálculo la que se enseña en mi querida y nunca bien ponderada facultad. Y es por culpa de esos imbéciles de cuyo nombre no quiero ni acordarme, que estoy haciendo cálculo dos en lugar del cuatro y mi vocación matemática se está yendo al traste (yo esperaba encontrar una cosa bonita). Por cierto, que poco les duró el gusto, ya que a principios del veinte demostraron que ni haciendo las cosas formalmente se llega a ninguna verdad.

Y luego resulta que hay un teorema en lógica, llamado de compacidad, que dice que si todo subconjunto finito de un conjunto de enunciados es satisfacible, es decir, tiene una estructura en la que es verdadero, el conjunto grande tambien lo es. (perdón, no encontré palabras más claras). Y usando eso, en los sesentas, año de quien sabe quien, un tal Robinson, dió un modelo para la teoría de los hiperreales (es decir, la que habían hecho N y L)... El cómo lo hizo, si a alguien de adeveras le interesa, lo cuento luego.

Entonces, hacer ese cálculo bonito, sencillo y llamando a las cosas por su nombre, se vale. Mañana tengo exámen... lo malo es que si lo hago así, por más que yo sepa que está bien hecho y bien justificado, el profe no, y me manda a freír espárragos.

Los buenos:

..........Newton.........................Leibniz

Los malos:

.........Dedekind.............Cauchy...............Weierstrass

Y el robinson:

No hay comentarios.: