jueves, 5 de junio de 2003

Un chiste malo: ¿Que sale si cruzas a Caperucita roja con Jacques Cousteau?
La respuesta en la próxima edición, no se la pierda.

La ciudad de Máxioc (madres, me atacó cabrón la dislexia, quise decir México) es lo suficientemente grande como para que uno pueda turistear de vez en cuando. Hoy me tocó hacee eso. por razones que no puedo revelar (pero que tienen que ver con una cirugía en la boca de un familiar mio) tuve tres horas libres en la colonia del valle, y nunca estoy ahí, siempre mas al sur o mas al norte. Caminando, me dí de bruces con el polifórum siqueiros. Jamás había entrado, y me dije "ve". Obediente, fuí. Y estaba vacío, tanto que estaba ahí solito, en el segundo piso, envuelto por un mural enorme. Acostado, me quedé un largo rato, se oía un ruido, no sé si el viento, aviones o simplemente el tráfico, que arrullaba sabrosísimo. Estaba pocamadre. El silencio se acentuaba con ese ruido. El silencio absoluto me desespera. Tal vez es la costumbre urbana, pero así es. Con aquel sonido pude estar. Y el mural como vientre, con decenas de figuras bailando a mi alrededor (progresando, dirán los que saben, pero para mi bailaban). Hasta que llegó un señor. N me interrumpió ni nada, no me habló, sólo pasó de un aldo a otro. Ni lo ví, pero sus pasos me metieron el bichito ese que me decía que el mundo seguía existiendo, y que por tal o cual, eventualmente tendría que salir. Ya no fué lo mismo. Acabé saliendo, infinitament calmado, pero al cruzar Insurgentes de nuevo volví a la realidad. Sentí cansancio, y me metí a una "cafetería esotérica" donde un par de chicas esperaban a que unaa quiromántica les dijera el futuro. El café, cual sala de esperas de un consultorio, tenía un montón de revistas viejas Hola, Vanidades, Adolescente-te-digo-cómo-debes-ser-para-ser-como-yo-digo etecé, etecé, etecé. No le dí importancia. Saqué un libro (Todos los muertos tienen la misma piel, Boris Vian) y pedí cafeína. Me puse a leer.Y que se suelta la tormenta. Estaba junto a la ventana, así que de vez en vez me llegaban ráfagas de brisa. Súper rico, hasta que la empleada se acercó y cerró la ventana (¡Qué considerada!) Una bruja se me acercó y me dijo que me leía la mano

-No gracias
-¿El café las cartas, tarot?
-No, gracias
-¿El canto de los pájaros, las tripas del pescado, psicoanálisis?
-En serio no, muy amable.
-Y ¿porqué? ¿no me crees?
- Sí, pero quiero que el futuro sea sorpresa.
Con eso me dejó de molestar.
Terminé el libro. (Me gustó mas la "hierba roja") Iba a sacar otro de la mochila, pero me dí cuenta de que en realidad ya no quería leer.
Fui por mi anestesiado pariente y volvimos al sur. Fin.

Hoy me la pasé bien.

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