lunes, 8 de septiembre de 2003

Ipsitila y descubrimiento

Y la otra vez que llega un compa y me dice "Oye güey, ¿tu tienes una página?". Y yo que pienso chale. - Eee, No. ¿Por? Y que así sigue el asunto, me logré, creo, hacer pendejo. Pero desde entonces como que me cohibí, y no se vale. Una de las ventajas de este asunto es el anonimato, por lo menos es una de las cosas que a mi me gustan. Pero si por protegerlo me trabo y dejo de escribir cosas, vale madres todo. Así que si Andrei, soy yo (pero no le digas a nadie). Y que guey, me acabo de dar cuenta de que fumas. ¿será?

En fin, que a lo que te truje chencha. Resulta que los romanos ya sabían de Viagra o de su versión pirata mexicana. Dice Catulo (en realidad, dice Bonifaz Nuño que dice Catulo, pero don Rubén es de fiar):

Te ruego, dulce Ipsitila mía
delicia mía, mis hermosuras:
manda que llegue a ti, por la siesta,
y favoréceme, si lo mandares:
que nadie cierre la hoja de la puerta,
y no te plazca marcharte afuera;
pero en eu casa queda y prepáranos
nueve (9) continuas fornicaciones.
Mas si has de hacerlo, mándalo al punto;
pues harto yazgo, y lleno, supino,
túnica, y palio también, horado.


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