domingo, 2 de mayo de 2004

El Telendro de mi Abuelo

Recibí en herencia un telendro de caoba con incrustaciones de marfil, de mi abuelo qepd. Me lo valuó un especialista en mueblería inglesa eduardiana, y me dice que podría obtener 50 000 dólares si lo remato a través de un conocido suyo, o hasta 105, o más si los ánimos se encienden, si espero a que Sotheby's lo incluya en su catálogo. Como la burocracia de las casas de subastas francamente me molesta —La vez que vendí un Rembrandt se tardaron meses en pagarme—, y el conocido del experto aquel evidentemente me quiere embaucar, he decidido ofrecerlo desde éste espacio, con un precio base de 75 000 dólares, sobre el cual negociaríamos. El telendro está en perfectas condiciones, y es muy bonito el trabajo del maestro que lo terminó, pero es demasiado grande para mi departamento, y de vez en cuando me da por abrir los cajones, encontrándome siempre con los huesos del abuelo, que dejó dicho que no se le sacara de allí, y con su carne también, que no parece descomponerse en su impecable frac negro.

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