martes, 4 de mayo de 2004

Un cristo hecho prisionero

Di con un libro de lo más interesante la otra vez, mientras buscaba otro en la biblioteca, que seguro alguien escondió o está traspapelado hasta la siguiente vez que hagan un inventario, al menos. Se llama The Fugger news-letters, y es una recopilación de cartas y noticias que pasaron por manos de la casa Fugger, unos banqueros de Augsburgo en el siglo 16, editadas por un tal Viktor von Klarwill. Hay unas historias interesantes, otras que funcionan como cuadro de costumbres de la alta sociedad de entonces, y otras muy divertidas, como la que sigue, que traduzco no lo mejor que pueda, pero de algún modo:

De Sevilla, el 8º día de Junio 1579
Noticias no tenemos ninguna de importancia que darle éstos días. Pero un hecho curioso ocurrió a cinco millas de aquí, en una villa, San Ginar de nombre. Un habitante de allí tomó refugio en la iglesia para escapar a sus acreedores. Pero como, según la costumbre, el día del Sagrado Sacramento todo tipo de entretenimientos tendrían lugar antes de la Procesión de la Sagrada Hostia, algunos lugareños habían erigido un carro en el cual querían celebrar un misterio mostrando cómo nuestro Señor Jesucristo fue capturado por los Judíos y se arrodillaba en el Monte de los Olivos. Tenían la necesidad de un hombre beato y con porte y no sabiendo de nadie más valioso o de mejor vista, le rogaron al hombre que había tomado refugio en la iglesia por sus deudas que hiciera la parte de nuestro Señor Dios en su obra. Él se resistió largo tiempo pues no se atrevía a dejar la iglesia por causa de aquellos a quienes debía dinero, pero los otros le aseguraron que traerían el carro, en el que se debía celebrar la obra, frente a la iglesia, donde podría montar y descender sin necesidad de albergar miedo. Entonces, el otro aceptó. Pero cuando uno de sus acreedores supo ésto, se puso a pensar en muchas maneras en las que podría lograr que su deudor fuera arrestado y arrojado a prisión. Para tal fin, mantuvo un consejo con un Alguazil*, quien le informó que tenía un buen amigo que iba a hacer de Judas en la dicha obra. A éste hombre le daría media docena de ducados y lo instruiría a que, cuando llegaran al Mercado, y Judas le diera a nuestro amado Señor el beso, le diera también un fuerte empujón, para que así cayera del carro. Una vez que tocara el piso sería hecho inmediatamente prisionero. La propuesta le gustó al acreedor grandemente. Entonces le dió al Alguazil algún dinero y le prometió más en cuanto tuviera a su deudor en la prisión. Así, cuando la procesión llegó al mercado, donde el Alguazil y sus esbirros esperaban, Judas en el momento fue a llevar a cabo su propósito, y con los Judíos procedió a acercarse al Señor, a quien llevó al final del carro donde le dio tales beso y empujón, que cayó al piso. El Alguazil lo capturó allí y entonces, pero como el buen Señor veía de la manera más lastimosa a sus discípulos, a San Pedro, que estaba al lado con su espada, le causó lástima y casi parte la cabeza del Alguazil en dos. Entonces se levantó una gran turba en toda la villa, tal que la Justicia intervino y arrestó a San Pedro, al Señor, y a Judas con todos sus Judíos. Entonces el juez dictó: S E N T E N T I A, Primeramente, Judas recibiría la vara por burlarse de Dios. Segundamente, el Alguazil tendría que pagar su curación. Tercero, San Pedro sería liberado, como un pío y fiel apóstol, y el Señor igualmente. El mercader debía perdonar aquello que el Señor le debía, y no hacerle otras demandas por toda la eternidad.

De ésto, a falta de mejores noticias, he deseado darle aviso.

*Así en el original. También, cada Señor, es un Lord. Y si, hoy no hablo de telendro alguno.

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