jueves, 3 de junio de 2004

La otra vez, conversando con mi amigo Anónimo (poco después de su nacimiento se promulgó la ley aquella de que a los niños no se les puede bautizar ofensivamente ni de modo que vaya a afectar su vida posterior), el poeta, me recordó otra de sus brillantes frases:

algunos países pobres son orgullosos y querrían resolver sus problemas sin ayuda, pero, afortunadamente, las multinacionales no pueden dejar de sacrificarse por ellos

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