miércoles, 4 de mayo de 2005

Penderecki

Lo que es a mí, lo poco que he oído de Krzysztof Penderecki no me acaba de encantar. Me pone muy tenso. Pero no importa, porque acá no hablamos de música. (¿Y entonces para qué hablas de un compositor?) Ah, pues mira, lo que pasa es que al señor le daba por componer fuera de su casa (o estudio o lo que fuera): componía en un café. (¿Y?) Y las mesas de los cafés son pequeñas. (¿Y?) Y bueno, imagínate que estás en tu mesita y compones una sinfonía (Ya). Tienes que sacar un buen de cuadernos pautados, porque necesitas mucho papel para tu sinfonía. Eso te vuelve muy incómoda la situación, y eventualmente derramas café sobre la partitura, o peor, sobre tí mismo. O peor, sobre una mesera guapa. O lo dejas a un lado en lo que escribes, pero se te va a enfriar. (Si, debía estar loco el Pendereski). Penderecki. (ese, pues, ¿pa qué se iba al café?) Pues sí estaba medio loco, pero en éste caso le resultó práctico (¿? -ya se piró-). Es que para evitarse cargar con tanto papel se inventó un sistema de escritura musical. (¿cómo?) Como abreviado. Y así todo le cabía, y se podía tomar el café en paz. (ah, mira. ¿y tú cómo sabes?) No me acuerdo quién me dijo. (Ah, y quieres que te crea). Pues sí, ¿no?. Para algo eres mi alter ego, cabrón. (bájale o me voy) -chin, si se va me quedo a medias- No, no mira, te enseño una. Además quedan retepadres. Y si no te gusta la música, ésto está lleno de colorcitos. (bueno, a ver)



(pues fíjate que sí me gustó. Oye, ¿y los músicos cómo entendían?)

...sabe...

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