lunes, 19 de febrero de 2007

58 horas


desde la última vez que recuerdo respirar. Faltan 68. Así en horas incluso no parece tanto. Son días de espera, de llenar el tiempo con cualquier cosa, que hacer cualquier cosa en cualquier otro día no estaría mal, pero ahora la hago con la conciencia de que la hago sólo mientras (y no es tan cierto pero es verdad), esperando que me de sueño de nuevo y que de golpe se pasen más rápido algunas de las horas que faltan. Son tres días. El jueves, a las tres de la tarde, es la cita con el doctor. Me quita los tapones. Según, tenía el tabique desviado. Sin según, sí que lo tenía . Según ya no lo voy a tenerMientras, la boca reseca. Aguantar la respiración mientras tragas no tragar mucho de golpe, porque tienes que esperar a que pase todo. Cuidado con los líquidos, se pueden irt hacia la nariz. Hace rato me dio risa mientras tenía un poquito de arroz todavía en la garganta. Temí que se fuera hacia la nariz. Son días de escuchar el eco de tu propia respiración recorrer tu cráneo sellado, como una concha marina. Porque los oidos también se tapan, y el único espacio abierto se tiene que usar para respirar. No para aliviar la presión interna. Va casi la mitad de la espera.

Pero luego vienen amigos, jugamos un rato y a la hora de seguir con el post desesperado ya no estoy de ese humor. Sí, en general la estoy pasando mal, pero está chido que caigan. Y para cuando se fueron, ya estoy cansado como para estar quejandome