lunes, 29 de octubre de 2007

Byron y Hawthorne

Desde el jueves se estuvo yendo C, hasta ayer que al fin tomó el avión. Fue un fin de semana largo, y el domingo estaba cansado. Con el pretexto de un poema de Byron, que para mí es una canción de Leonard Cohen —porque no me lo imagino sin música, por eso—, me quedé a leer y a ver al alimón perder a las chivas y a colorado (el único juego de beis que vi en el año, y apuesto al equivocado). El frío y lo largo de las tres últimas entradas, además del tráfico que uno espera a la salida del estadio Azteca me sirvieron de causa para quedarme. Por la mañana, leí Wakefield, y en la noche, después del juego, envuelto en una cobija, retomé la relectura de En el camino (acabo de dejar San Francisco) (50 años es buen pretexto)*. Pero para cuando Sal me animó a sí salir, a pesar del frío y los pretextos, mis amigos ya estaban en sus casas, puede que dormidos (Kerouac es la contradicción de Byron: que descansen los muertos). Entonces me acordé de Wakefield, y me sentí él, poniéndose pilas demasiado tarde. Me acuerdo de la primera vez ue fui Wakefield. Fue en 2001.

Ahora, sigo teniendo frío, y por alguna razón, o mejor dicho por ninguna, estoy frente a una computadora en lugar de tomando el sol, que afuera sí salió.

*Por cierto que (esto iba a ser otro post, pero viene al caso) City Lights sacó Las memorias de la esposa de Jack, y también vende (aunque es de viking) la versión original Original scroll, se llama, pero si ponía "el rollo original" no se iba a entender que era un rollo de papel. Que sí, todo ésto es para clavados. Pero qué le va uno a hacer. También, ahora que me acuerdo, Anagrama (re)sacó el libro de Dean Moriarty, Neal Cassidy, creo que se llama en carne y hueso. Pero si la traducción es, como la que tengo de Kerouac, al ibérico, no se si valga la pena.

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