miércoles, 28 de mayo de 2008

monedero

Tengo una flor que huele muy fuerte. Más los primeros días, y huele de noche, pero no es de esas. La primera vez que llegué a casa alrededor de las tres (y que ya estaba la flor), me recibió un enjambre de abejas atraídas por el olor. Por suerte, las brutas estaban revoloteando alrededor del foco de la entrada. Me acordé de la Facultad de Ciencias, que también tenía abejas, pero revoloteaban alrededor de los puestos de fritanga, sería por los boings. No es cierto, me acordé nomás ahorita, no esa vez. Ahí hasta llegaron a parecerme algo normal, les dabas un golpe y se iban, aunque la gente decía que no la golpearas porque se enojaba y luego regresaba a picarte. Eso es falso, es sólo si te alcanza a picar. Si te pica se te queda el aguijón adentro y las demás abejas lo reconocen y saben que eres un peligro, entonces te pican para que te vayas. Al menos esa es mi teoría. En la fac nunca me picó ninguna, y nunca regresaron las demás a picarme. Un zape suave, que no la mate pero que no esté revoloteando en los alrededores de mi coca, ni de mi coco. En fin, esa confianza se me fue, y aquella vez que llegué a mi casa, me asustaron un poco las abejas. Pero ese no era el punto, tampoco. El punto es que huele muy fuerte la planta, y por la forma de las flores, como trampas pienso que tal vez es carnívora. También por la intensidad del olor, hay que atraer a la comida si tú no te puedes mover de tu maceta. Huele muy fuerte, y hace rato la olí en el comedor de la casa, que está al otro lado, y otro día, de los primeros, en el tercer piso, que es de donde escribo y que además tiene un olor propio natural a tabaco. Hasta acá llegó. Se me hizo raro, pero me gustó. Nunca había tenido una planta que oliera tanto, y además me gusta el color.

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