domingo, 21 de septiembre de 2003

No me atrevo a decir que te he perdido. Call me coward. Una vez, cuando cambié de mundo, lo más cercano a mis amigos eran unas vacas insímpidas y repetitivas. Alguno que fue humano, por el contacto rumia cada vez más. ¡¿Quién me ha robado el mes de Abril?! Dice Sabina. ¿Y los otros once, compadre? Donde está el año pasado. Pero no me atrevo a llamarte, para no escuchar que otra vez no estás, y que eres irrefutablemente inalcanzable. Yo me sumí en mi mismo, hundiéndome cada vez mas en ese lodo impenetrable, cálido y con voz de sirena que dice ¡Qué chingón eres! Mientras la vida se escapa frente a tus ojos, y uno contento con divagaciones y palabrería vana, insulsa. Dos rectas paralelas se cortan en el infinito. Yo llegué hasta allí, y de regreso equivoqué el camino. Ahora estoy en una vida paralela, pero que no es la que solía llevar. Siempre hay algo, el zapato izquierdo que cambia de lugar con el derecho y me produce un malestar que me acaba de despertar, la quesadilla de microondas demasiado calentada, y a la que el queso se le separó en un líquido grasiento y un queso seco y salado., el post que acababa de escribir y alguna pinche tecla le piqué que apareció un letrerito Would you like to save befote you exit. Chale, pus yes, orale. Y me saca y luego no pude saber donde chingados se había guardado y tuve que volver a empezar a escribir, ahora si en Word y bendito Bill Gates, que nos salva de los errores de su misma compañía y de la competencia también. Pero mas allá de mis desavenencias matutinas (sé que van a ser las tres, pero para mi es mañana, me acabo de despertar, y no me gustan los dias sin mañana, porque si no a qué hora me preparo para lo de la tarde). (si, punto y seguido, ya sé que no va con la sintaxis ortodoxa, pero me alargué en el paréntesis y ya no supe que era lo que estaba más allá de mis desavenencias matutinas). (otra vez lo mismo) Y el pinche Word que me cambia palabras, muy inteligente y despreciativo el, que sabe lo que quiero decir mejor que yo, y no es hasta la quinta vez que la deja como yo la escribo. I need coffee, dear. Y vaya, ya me extendí tanto en pendejadas, que no sé como llegar de nuevo al punto: te extraño.

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