jueves, 15 de abril de 2004

Carta abierta

Hay mujeres que cuando uno las ve se ve que son capaces de comérselo. La mayor parte de las veces aparecen cuando se está borracho, quizá porque también ellas lo están un poco y el aire está jarioso por decirlo de algún modo. Son un espécimen interesante que causa un abrir de boca y quedarse viendo, a falta de estar más borracho o más jarioso y acercarse, cosa que en mi caso no se da con tanta frecuencia como debiera. Y es que la conjunción de las tres situaciones es difícil, y soy un tipo tímido.

Hay mujeres, también, que cuando uno las ve sabe que matan en un beso. Son muy pocas (y mucho más, mucho, interesantes), pero hoy vi una. Tomaba un café y leía un libro que recomendó Mr. Chimal* en un post de hace algún tiempo (Ubik, pinta bien) y la vi pasar, con unas amigas. Me dije —está guapa. Y seguí con mi café. Más tarde esperaba a mi amigo en la misma esquina, pero ya no tomando café ni leyendo, sino parado, recargado en una columna. Estaban también ellas (no recuerdo quién llegó primero) y no pude sino quedarme viendo(la). Ella miró también. Y ¿que, alrededor de dos segundos? que me sostuvo la mirada bastaron para hacerme empezar a temblar. Ojos cafés, grandes como pozos que roban almas** y yo vuelto un estúpido por el resto de la tarde. Luego se despidió de ellas y se fue. La vi una vez más cuando mi amigo llegó y pasamos a su lado en coche. Así que, querida lectora (queridísima, esperemos) (el lector también es querido pero esto no va para él) si estabas hay miércoles 14 de abril, 2004 annus domini en el centro de Tlalpan, a eso de las 7 y poquitos, en la esquina donde está el café la selva despidiéndote de unas amigas, tienes esos ojos, pelo corto, llevabas pants rojos y playera blanca y recuerdas a uno que se te quedó viendo —perdón por cualquier incomodidad— sin saber mucho qué hacer, sábete que fue un servidor y que dicho servidor te invita un café allí mismo el día que quieras (o otra cosa en otro lugar, solo digo por comodidad y apelar a lugares comunes), y recibe un beso de mi parte. Bromistas abstenerse.

Valga ésto como una botella lanzada al mar, a falta de playa.

**Si salió cursi, ni modo.









*Mr. Chimal, cuyo libro, por cierto, no ha llegado aquí de qué hablo***

***Ya, las notas al pie están al revés, pero no iba a poner la queja contra correos antes, cada cosa en su lugar.

****Curioso que acá no me da timidez, será que nadie se entera.

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