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viernes, 26 de enero de 2007Tabac
A los trece años me escondía para fumar, no porque no quisiera que me cacharan haciendo algo malo, sino porque no quería que se enteraran de que estaba creciendo. Y sin embargo fumaba para crecer. (No tan burdo, sabía que tenía trece años. Pero era de 13 años grande). Y esto era secreto. Crecer fue siempre mi secreto. Lo que más quería y lo que más ocultaba. De niño, fui niño grande, de esos que las tías celebran. Mis amigos siempre han tendido a ser mayores. De entrada porque hasta la última carrera, simpre fui si no el menor, sí de los menores. Pero más allá, siempre la tendencia a acercarme a los mayores. Cuando estaba con las tías celebrantes, me juntaba con un primo como cinco años mayor, y el dos años menor me parecía un bebé. ETC. La cosa es que con mi primo crecía como quería, y con las tías ya era grande, y a su modo (calladito y sin molestar). El caso es que está ese par: el que yo quería ser, y el que era para satisfacer. Los dos grandes, pero uno yo y el otro también yo (no era nadie más), pero con la mala influencia de las tías buenas. Por eso crecer (hacerme yo como yo quería) era secreto. Por eso me cuesta aún tanto trabajo mostrarme. Como si hubiera algo malo al acecho, algo tan pesado como la presión de ser de tal o cual modo. De ser bueno (buen sobrino, buen alumno, buen amigo, buen amante, buen ecritor) Tal vez exactamente eso. Por eso, Vale, cuando empecé el blog no lo anuncié entre amigos ni nada. Y luego se fue amontonando polvo, y ya también cómo decir "mira, llevo dos años con esto". Porque vendría la pregunta que acabo de responder. Pero ya estuvo suave, y me gustó que lo encontraras. Serio.
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