—Señor Juez —dijo el abogado del conde—, aquí no hay nada que discutir, fue un asunto entre particulares. La madre de los demandantes cedió voluntariamente su hemoglobina a mi cliente para su uso, abuso y beneficio, como consta en el contrato que ya han visto, notariado, y mi cliente hizo efectivo el pago de la cantidad acordada a los señores aquí presentes.
3 comentarios:
Pues a mí me suena más como a gastritis
Interesante transacción.
Un saludo desde el Otro Lado...
PD: ¿Por qué debería haber en DF una calle llamada Guayaquil?
acidez estomacal, Dan. Pero a cambio tienes mucho hierro.
Borja, para que sea una imago mundi
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